El tiempo litúrgico de Cuaresma y su música
El tiempo ordinario
El valor del tiempo ordinario consiste en formar con sus treinta y cuatro semanas un continuo celebrativo a partir del episodio del bautismo del Señor, para recorrer paso a paso la vida de la salvación revelada en la existencia de Jesús. Cada domingo tiene valor propio. Se convierte así en un camino cotidiano y sencillo en el que aprendemos de Jesús y compartimos con él las pequeñas cosas de nuestra propia vida.
B. Características y peculiaridades de este tiempo.
C. Fiestas que preceden a los domingos del Tiempo Ordinario.
El A-B-C de la musica
FAMULI TUORUM SOLVE POLLUTI LABII REATUM
SANCTE IOHANNES
Sea como fuere, así es como hoy conocemos las notas musicales. Pero no podemos obviar - y aqui va la moraleja de todo este asunto - que esto no se daría jamas sin la entrega generosa de estos monjes a una vida de oración, trabajo y sacrificio. Sin duda, la música esta directamente relacionada con el Misterio de Dios. De esto y mucho más intentare escribir en las próximas entradas.
Canto de entrada para Navidad
47. Estando el pueblo reunido, cuando avanza el sacerdote con el diácono y con los ministros, se da comienzo al canto de entrada. La finalidad de este canto es abrir la celebración, promover la unión de quienes se están congregados e introducir su espíritu en el misterio del tiempo litúrgico o de la festividad, así como acompañar la procesión del sacerdote y los ministros.
48. Se canta, o alternándolo entre los cantores y el pueblo o, de igual manera, entre un cantor y el pueblo, o todo por el pueblo, o todo por los cantores. Se puede emplear, o bien la antífona con su salmo como se encuentra en el Graduale Romanum o en el Graduale simplex, o bien otro canto que convenga con la índole de la acción sagrada, del día o del tiempo litúrgico, cuyo texto haya sido aprobado por la Conferencia de los Obispos.
Si no hay canto de entrada, los fieles o algunos de ellos o un lector, leerán la antífona propuesta en el Misal, o si no el mismo sacerdote, quien también puede adaptarla a manera de monición inicial (cfr. n. 31).
Comentario al texto del canto:
Aunque no faltan acentos de ternura en al contemplación del misterio de la Navidad, debemos decir que la liturgia no se acerca a este acontecimiento con el sentimentalismo que invade cierta religiosidad popular. El acercamiento parte de la fe y en esta fe se expresa, tanto la adoración del misterio del Verbo encarnado como la certeza de que la Navidad se proyecta y nos lleva de la mano a la luz y a la realidad del misterio pascual. Navidad es el inicio de la redención salvadora, porque el Verbo ha salvado lo que ha asumido.
El canto de entrada es un mosaico de citas bíblicas que recogen en síntesis el contenido teológico de la Navidad. Se afirma el hoy del misterio; el anuncio de la paz en aquél que es el Príncipe de la paz desde el día de su nacimiento: es la luz que viene de lo alto y comienza a iluminar a los que viven en tinieblas y su resplandor llegará a su máximo esplendor en el día de la Resurrección. Navidad es el gozoso anuncio, el evangelio de una gran alegría que se proclama de monte a monte y de collado en collado. Navidad es cántico nuevo de una nueva humanidad fundada en la paz y en la justicia, en la luz y en la alegría. Navidad es el don de Dios a la humanidad y es el hombre que ofrece a Dios los frutos de este gran don.
Música del canto:
La música de la antífona no pertenece al género "Villancico", sino que es un coral típico con una armonía vertical en función del texto.
Está introducida solemnemente por el órgano. Musicalmente se resalta el "Hoy" de la liturgia con el que comienzan los dos primeros versos y concluyen con la alegría de la creación entera en una cadencia perfecta: "canta el cielo con los hombres la salvación de nuestro Dios".
Los ocho versos se pueden interpretar aisladamente, o bien de dos en dos, como en la grabación: la primera con voces femeninas y la segunda con voces graves.
La Navidad
Los prefacios de Adviento
PREFACIO I DE ADVIENTO
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Quien, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne,
realizó el plan de redención trazado desde antiguo
y nos abrió el camino de la salvación eterna,
para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria,
revelando así la plenitud de su obra,
podamos recibir los bienes prometidos
que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles,
tronos y dominaciones,
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria: