Sobre el nuevo órgano electrónico en el Vaticano

No sé muy bien cómo definir el sentimiento que me produce la noticia de la instalación de un órgano electrónico en la Basílica de San Pedro: sorpresa, confusión, tristeza, decepción, impotencia, enfado... 

La realidad es que me he enterado de la noticia a través de una red social y, como a mi amigo Raul del Toro de Infocatólica, creí que el instrumento se utilizaría exclusivamente en las celebraciones que tuviesen lugar en la Plaza de San Pedro en sustitución de un Roland (más que indigno) que venían utilizando. Sin embargo, cual es mi sorpresa cuando leo que también será utilizado en las celebraciones de la Basílica. Increíble!

A la luz de la noticia y de la absurda justificación del director de la Capilla Musical Pontificia Sixtina, Mons. Massimo Palombella, yo me pregunto: ¿qué querrá decir con "nuevas exigencias necesitan nuevas soluciones"? He tenido ocasión de estar en numerosísimas ocasiones en las celebraciones que presidía el Papa (fuese Benedicto XVI o Francisco) en la Basílica de San Pedro y no creo que existan verdaderamente esas "nuevas exigencias"; ya que hasta ahora, y durante diversos pontificados, se ha resuelto este problema con perfecta eficacia por parte de los responsables de las celebraciones pontificias. 

La Iglesia desde su Magisterio afirma taxativamente que el órgano de tubos es su instrumento tradicional, y en la Basílica de San Pedro hay uno que durante muchos años ha cumplido perfectamente su función y que está en muy buen estado, así lo atestigua la casa Mascioni en un comunicado ante la noticia de la adquisición del órgano electrónico por parte de la Capilla Musical. Un instrumento que, como todos los órganos de tubos, tienen un carácter artístico, artesanal y real (porque produce sonido, no lo reproduce). Sin embargo, han preferido un instrumento digital, nada artístico, que poco tiene que ver con la artesanía y, por supuesto, carente de un sonido real. Es como si en lugar de poner flores de verdad las pusieran de plástico, o en el sitio de los hermosos candelabros con velas pusiesen lámparas eléctricas... La liturgia y todos los elementos que forman parte integral de la propia liturgia deben ser reales y evocadores de la verdad.

Lo que veo detrás de todo esto es una verdadera falta de respeto y un daño terrible (incluso irreparable) a la Iglesia en general, y a cientos de personas en particular, que por todo el mundo llevan años y años esforzándose en mantener vivo un hermoso y artístico patrimonio musical. Pero esta decisión ¿en qué sitio deja al organista de la Sixtina? No quisiera verme yo en la situación del maestro Juan Paradell Solé; de todos es sabido el conflicto que aún hoy existe en la catedral de Valladolid; y que ahora suceda en el corazón de nuestra Iglesia, y que aún por encima se intente justificar la práctica de lo contrario que se predica... me parece hasta escandaloso, sobre todo cuando lo que hay detrás de todo esto nada tiene que ver con la Liturgia, la fe o el deseo de tocar los corazones de los fieles, si no con intereses personales, ya sean de un individuo o de una empresa. Alguien que ocupa un lugar tan importante y visible como el de director de la Sixtina debería saber estar a la altura de las circunstancias; sus predecesores, el maestro Bartolucci o el maestro Liberto no vieron estas "nuevas necesidades". ¿No serán excentricidades? como la millonaria "cantoría" que se mandó instalar al más puro estilo inglés a los pies de Santa Elena, junto al baldaquino de Bernini. Se trata de prestar un servicio a la Iglesia, no que la Iglesia esté a nuestro servicio... y con decisiones así... flaco favor se hace a la Iglesia. 

"Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay de quien los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado" (Lc 17, 1-3). 

Por si existe alguna duda... a continuación indico algunos de los pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia sobre el órgano desde comienzos del siglo XX:

Pío X, Motu Proprio «Tra le sollecitudini», 1903.

15. Si bien la música de la Iglesia es exclusivamente vocal, esto no obstante, también se permite la música con acompañamiento de órgano. En algún caso particular, en los términos debidos y con los debidos miramientos, podrán asimismo admitirse otros instrumentos.

Pío XI, Constitución Apostólica «Divini cultus sanctitatem», 1928.

VIII. La Iglesia tiene además su tradicional instrumento musical; queremos decir el órgano, que por su maravillosa grandiosidad y majestad fue estimado digno de enlazarse con los ritos litúrgicos, ya acompañando al canto, ya durante los silencios de los coros y según las prescripciones de la Iglesia, difundiendo suavísimas armonías. Pero también en esto hay que evitar esa mezcla de lo sagrado y de lo profano, que a causa por un lado de modificaciones introducidas por los constructores, y por otro lado de audacias musicales de algunos organistas, va amenazando la pureza de la santa misión que el órgano está destinado a realizar en la Iglesia. 

También Nos deseamos que, salvadas siempre las normas litúrgicas, se desarrolle cada día más, y reciba nuevos perfeccionamientos cuanto se refiere al órgano. Pero no podemos dejar de lamentarnos de que, así como acontecía en otros tiempos con géneros de música que la Iglesia con razón reprobó, así también hoy se intente con modernísimas formas volver a introducir en el templo el espíritu de disipación y de mundanidad. Si tales formas comenzasen nuevamente a infiltrarse, la Iglesia no tardaría un momento en condenarlas. Vuelvan a resonar en los templos sólo aquellos acentos del órgano que están en armonía con la majestad del lugar y con el santo perfume de los ritos. Solamente así el arte del órgano volverá a hallar su camino y su nuevo esplendor, con ventaja verdadera de la liturgia sagrada. 

Pío XII, Carta Encíclica «Mediator Dei», 1947.

18. Estas normas se han de aplicar también al uso del órgano y de los demás instrumentos de música. Entre los instrumentos a los que se les da entrada en las iglesias ocupa con razón el primer puesto el órgano, que tan particularmente se acomoda a los cánticos y ritos sagrados, comunica un notable esplendor y una particular magnificencia a las ceremonias de la Iglesia, conmueve las almas de los fieles con la grandiosidad y dulzura de sus sonidos, llena las almas de una alegría casi celestial y las eleva con vehemencia hacia Dios y los bienes sobrenaturales.

Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción «De Musica Sacra», 1958.

8. La «música sacra para órgano» es música compuesta para órgano solo. Desde que se comenzó a utilizar el órgano de tubos esta música ha sido ampliamente cultivada por famosos maestros del arte. Si dicha música cumple con las leyes de la Música sacra, es una importante contribución a la belleza de la sagrada Liturgia.
61. El principal instrumento musical para acciones litúrgicas en la Iglesia latina ha sido y sigue siendo el clásico órgano de tubos. 
62. Un órgano destinado para el uso litúrgico, aunque sea pequeño, debe diseñarse de acuerdo a las normas de construcción de órganos, y estar equipado con el tipo de tubos adecuados para el uso sagrado. Antes de que sea utilizado debe ser debidamente bendecido y, como objeto sagrado, recibir una atención adecuada. 
63. Además del órgano clásico también pueden admitirse el armonio o el órgano de lengüeta, siempre que su calidad de sonido y su volumen sean aptos para el uso sagrado. 64. Si los medios para obtener un pequeño órgano de tubos no están disponibles puede ser tolerado temporalmente como sustituto el órgano electrónico puede ser tolerado temporalmente para las acciones litúrgicas. En cada caso, sin embargo, es requerido el permiso explícito del Ordinario del lugar. Él, por su parte, debe consultar a la Comisión diocesana de Música sacra, y otros peritos en este campo, que pueden hacer sugerencias para la adquisición de un instrumento más adecuado para el uso sagrado.

Juan XXIII, Alocución en la bendición del nuevo órgano de la basílica de San Pedro, 1962.

Él [el órgano] es el rey de los instrumentos sagrados musicales y como tal pertenece de una manera especial al templo, estando únicamente destinado a las alabanzas del Señor. Durante los sagrados ritos es el intérprete de los sentimientos de la comunidad, de las más nobles y santas emociones. A través de sus armonías penetran más fácilmente en la intimidad del alma las místicas secuencias de la acción sagrada: admiración y anhelo por la virtud, propósitos de purificación y de penitencia, deseo de una más íntima comunicación con Dios, empeño en la lucha contra el mal, gusto anticipado de la bienaventuranza celestial. El alma se empapa con las místicas influencias de la Gracia. 

Concilio Vaticano II, Constitución «Sacrosanctum Concilium», 1963.

120. Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales.

Congregación de Seminarios y Universidades, Instrucción, 1965.

57. Los aspirantes al sacerdocio que ya estuvieren iniciados para pulsar el órgano, prosigan esta formación con diligencia en el seminario, y sean ayudados para ello todo lo posible. Y los que sobresalgan por sus cualidades bajo este aspecto, sean enviados, después de los estudios, a Institutos superiores de música, a fin de que perfeccionen su formación. 

Congregación de Ritos, Intrucción «Musicam Sacram», 1967.

62. Los instrumentos musicales pueden ser de gran utilidad en las celebraciones sagradas, ya acompañen el canto, ya intervengan solos. «Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas, y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales». 

Juan Pablo II, Discurso en la inauguración de la nueva sede y del órgano del Pontificio Instituto de Música Sacra, 1985.

A vosotros, profesores y alumnos, se os pide que valoricéis al máximo vuestras dotes artísticas, conservando y promoviendo el estudio y la práctica de la música y del canto en los ámbitos y con los instrumentos que el concilio Vaticano II indicó como privilegiados: el canto gregoriano, la polifonía sacra y el órgano. Sólo así la música litúrgica podrá desempeñar dignamente su función en el ámbito de la celebración de los sacramentos y, en especial, de la santa misa. 

Congregación para el Culto Divino, Conciertos en las iglesias, 1987.

7. [...] Es sumamente importante que en todas las iglesias, y especialmente en las más importantes, no falten músicos competentes e instrumentos musicales de calidad. Hay que tener un cuidado especial de los órganos históricos, muy valiosos por sus características propias.
9. [...] el uso del órgano y otras interpretaciones musicales, sean vocales o instrumentales, pueden servir o favorecer la piedad o la religión». Tales interpretaciones pueden tener una particular utilidad:
a) para preparar las principales fiestas litúrgicas, o dar a las mismas un mayor sentido festivo, fuera de las celebraciones;
b) para acentuar el carácter particular de los diversos tiempos litúrgicos;
c) para crear en las iglesias un ambiente de belleza y de meditación, que ayude y favorezca una disponibilidad hacia los valores del espíritu, incluso entre aquellos que están alejados de la Iglesia;
d) para crear un contexto que haga más fácil y accesible la proclamación de la palabra de Dios: por ejemplo, una lectura continua del Evangelio;
e) para mantener vivos los tesoros de la música de iglesia, que no deben perderse: músicas y cantos compuestos para la Liturgia, pero que no pueden entrar del todo o con facilidad en las celebraciones litúrgicas de hoy día; músicas espirituales, como oratorios, cantatas religiosas, que continúan siendo medios de comunicación espiritual;
f) para ayudar a los visitantes y turistas a percibir el carácter sagrado de la iglesia, por medio de conciertos de órgano, previstos a horas determinadas.

Juan Pablo II, Discurso a los participantes en el Congreso Internacional de Música Sacra, 2001.

El órgano de tubos sigue siendo el instrumento por excelencia de la música sacra.

Juan Pablo II, Quirógrafo sobre la música sagrada en el Centenario del Motu Proprio «Tra le sollecitudini», 2003.

14. Igualmente en el plano práctico, el motu proprio, de cuya promulgación se celebra el centésimo aniversario, afronta también la cuestión de los instrumentos musicales que se pueden utilizar en la liturgia latina. Entre ellos, reconoce sin vacilación la prioridad del órgano de tubos, estableciendo oportunas normas sobre su uso. El concilio Vaticano II acogió plenamente la orientación de mi santo predecesor, estableciendo: "Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos como un instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede añadir un esplendor admirable a las ceremonias de la Iglesia, levantando poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales". 

Benedicto XVI, Discurso durante la ceremonia de bendición del órgano de la antigua capilla en Ratisbona, 2006.

El órgano, desde siempre y con razón, se considera el rey de los instrumentos musicales, porque recoge todos los sonidos de la creación y —como se ha dicho hace poco— da resonancia a la plenitud de los sentimientos humanos, desde la alegría a la tristeza, desde la alabanza a la lamentación. Además, trascendiendo la esfera meramente humana, como toda música de calidad, remite a lo divino. La gran variedad de los timbres del órgano, desde el piano hasta el fortísimo impetuoso, lo convierte en un instrumento superior a todos los demás. Es capaz de dar resonancia a todos los ámbitos de la existencia humana. Las múltiples posibilidades del órgano nos recuerdan, de algún modo, la inmensidad y la magnificencia de Dios.
El salmo 150, que acabamos de escuchar y de seguir interiormente, habla de trompas y flautas, de arpas y cítaras, de címbalos y tímpanos: todos estos instrumentos musicales están llamados a dar su contribución a la alabanza del Dios trino. En un órgano, los numerosos tubos y los registros deben formar una unidad. 

¿Hay alguna duda?


5 comentarios:

  1. ¡Bravísimo!

    Eduardo Martínez.

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  2. José Santos de la Iglesia4 de enero de 2018, 21:34

    Muy bien. Pero es la iglesia la que ha hecho dejadez de su patrimonio musical desde hace ya un largo tiempo. Para comprobar esto, no se necesita nada más que asistir a, casi,cualquier liturgia dominical. Actualmente, para la iglesia, la música es un elemento accesorio y, evidentemente, prescindible.El clero, en su mayoría, desconoce la relevancia cultural del órgano, y se encuentra muy alejado, casi afirmaría que totalmente desinteresado, de lo que ha constituido su integración en el despliegue litúrgico durante centurias. Siento tener que decir que no me sorprende

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  3. Un post valiente, benévolo y acertado. Y muy oportuno. Todo nuestro apoyo, profesor Valado.

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  4. A mi no me queda mas remedio que usar uni digital en mi parroquí, pero sin haber necesidad de ello, es incomprensible que donde hay medios para lo autentico, aw opte por un remedo...

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