El tiempo litúrgico de Cuaresma y su música

Origen y significado.

Posiblemente, al oír la palabra "Cuaresma", uno empieza a pensar en: ayuno, abstinencia, limosna, penitencia, austeridad, etc.; parece un tiempo triste, sin embargo, debemos aproximarnos a este tiempo litúrgico dejando nuestros prejuicios de lado, haciendo nuestras las palabras del prefacio I de Cuaresma:
Concedes a tus hijos anhelar, año tras año, la celebración de la Pascua, con alegría y conversión de corazón. Para que, dedicados con mayor entrega a la oración y al servicio de los hermanos, lleguemos a ser con mayor plenitud hijos tuyos con la celebración de los sacramentos que nos dan nueva vida.
Sabemos que los primeros cristianos sólo tenían una fiesta: el domingo; sin embargo, las comunidades cristianas pronto coincidieron en el deseo y en la necesidad de celebrar un día al año, con especial solemnidad, la Pascua del Señor. Ese día correspondería, más o menos, con los días de la muerte y resurrección del Señor; y, también, con la Pascua judía, la cual se rige por el calendario lunar. Esta solemne celebración suscitó inmediatamente una preparación, que inicialmente se limitó a lo que ahora conocemos por viernes santo y sábado santo, luego fue una semana, pronto tres, finalmente cuarenta días –haciendo alusión a los cuarenta días del diluvio, a los cuarenta años por el desierto del pueblo de Israel, pero, sobre todo, a los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de ser tentado. Obviamente, en estos 40 días no contamos los domingos, ya que estos jamás tienen un carácter penitencial, por ello no tiene sentido alguno la práctica "pastoral" de imponer la ceniza (propia del miércoles de ceniza) el I Domingo de Cuaresma.
Podemos afirmar que el nacimiento de la Cuaresma tiene lugar durante el siglo IV, según el testimonio de Eusebio (332), y durante ese mismo siglo se consolida tanto en Oriente como en Occidente. La Cuaresma Romana tradicional tiene un triple componente: la preparación pascual de la comunidad cristiana, el catecumenado y la penitencia canónica. 

Características y peculiaridades de este tiempo.

El tiempo de Cuaresma según la Carta Apostólica Mysterii Paschalis de Pablo VI, con la que se aprueban las normas generales del Año Litúrgico y del nuevo Calendario Universal:

27. El tiempo de Cuaresma esta ordenado a la preparación de la celebración de Pascua. En efecto, la liturgia cuaresmal dispone a la celebración del Misterio Pascual, tanto a los catecúmenos, haciéndolos pasar por los diversos grados de la iniciación cristiana, como a los fieles, que recuerdan el bautismo y hacen penitencia.
28. El tiempo de Cuaresma va desde el Miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor, exclusive. Desde el comienzo de Cuaresma hasta la Vigilia Pascual no se dice Aleluya. El miércoles que comienza la Cuaresma, que es en todas partes día de ayuno, se imponen las cenizas.
30. Los domingos de este tiempo se llaman: primer, segundo, tercer, cuarto, quinto, domingo de Cuaresma. El sexto domingo, con el que comienza la Semana Santa, se llama «Domingo de Ramos de la Pasión del Señor».
31. La Semana Santa está destinada a conmemorar la Pasión de Cristo desde su entrada mesiánica en Jerusalén. Durante la mañana del Jueves Santo, el Obispo que concelebra la Misa con su presbiterio, bendice los óleos sagrados y consagra el santo crisma.

A parte de estas características, cabe destacar algunas peculiaridades de este tiempo:

- Miércoles de ceniza: tiene un origen antiguo (s. XII) y se impone diciendo: "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás" (Gn 3,19); o "Conviértete y cree en el Evangelio" (Mc 1,19). Su origen está en las antiguas penitencias medievales, sin embargo sigue vivo su simbolismo: a) condición débil y caduca del hombre; b) condición pecadora; c) oración de súplica al Señor; d) esperanza en la resurrección.
- Austeridad en el espacio litúrgico: ornamentos, flores, música...
- Limosna: es dar de lo nuestro a quien lo necesite, no solo dinero.
- Oración: vivir con más intensidad personal nuestra relación con Dios.
- Ayuno: significa adquirir libertad, tener la voluntad de abstenernos de algo.

¿Música sí o no?

El tiempo de Cuaresma es un tiempo claramente austero. Esto no quiere decir que hagamos desaparecer la música de nuestras celebraciones; pero sí debemos estar atentos –como en todos los tiempos litúrgicos– al repertorio que seleccionamos. Algún criterio fundamental para esta selección debe ser:

- NO se canta el Gloria (excepto en alguna solemnidad, como por ejemplo: san José)
- NO se canta el Aleluya, debe ser sustituido por otra aclamación (ver apéndice del Leccionario)
- NO se debe interpretar música instrumental (excepto el domingo IV de Cuaresma - Laetare). En este tiempo se limita el uso de los instrumentos para sostener el canto.
- El Miércoles de ceniza se podría iniciar la celebración con el canto de la letanía de los santos.
- La oración de los fieles se podría resaltar cantando como respuesta: Kyrie eleison
- El Attende, Domine es típico y modélico como canto cuaresmal. El olvidarlo sería una pérdida; al igual que la antífona mariana Ave Regina Caelorum.
- Un opción recomendable para comunidades más pequeñas es utilizar el mismo canto de entrada durante toda la cuaresma, a continuación incluimos el vídeo de la propuesta de la Conferencia Episcopal Española: ME INVOCARÁ Y LO ESCUCHARÉ.








El tiempo ordinario


La presencia del Señor en el camino de la Iglesia



A. Origen y significado.

El tiempo ordinario tiene su origen en el domingo, en la celebración de la "Pascua" que se repetía semana tras semanas (cf. Hch 20,7). Poco a poco se han ido incorporando en la liturgia de la Iglesia los diferentes tiempos fuertes que hacen hincapié en algún misterio concreto de  Cristo (Navidad o Pascua) o nos sirven como preparación de estos (Adviento y Cuaresma). Sin embargo, el Tiempo Ordinario o más propiamente el tiempo durante el añoes el periodo del  año litúrgico más largo. En él se desarrolla el misterio pascual de un modo progresivo y profundo, quizás con mayor naturalidad aún que en otros tiempos litúrgicos cuyo contenido está, a veces, demasiado polarizado por una temática muy concreta. Para la mistagogia de los bautizados y confirmados que acuden cada domingo a celebrar la eucaristía, el tiempo ordinario significa un programa continuado de penetración en el misterio de salvación siguiendo la existencia humana de Jesús a través de los evangelios, contenido principal y esencial de la celebración litúrgica de la iglesia.

El valor del tiempo ordinario consiste en formar con sus treinta y cuatro semanas un continuo celebrativo a partir del episodio del bautismo del Señor, para recorrer paso a paso la vida de la salvación revelada en la existencia de Jesús. Cada domingo tiene valor propio. Se convierte así en un camino cotidiano y sencillo en el que aprendemos de Jesús y compartimos con él las pequeñas cosas de nuestra propia vida.

B.    Características y peculiaridades de este tiempo.
            El tiempo ordinario se divide en dos partes:
            1ª) Desde la Fiesta del Bautismo del Señor hasta el Miércoles de Ceniza
            2ª) Desde Pentecostés hasta el I Domingo de Adviento
           
Esto supone que de las 52 semanas del año, 34 discurren en el tiempo ordinario. Y de estas, 6 en la primera parte y 28 en la segunda. Pero más allá de los número debemos destacar la conexión del Tiempo Ordinario con los primeros pasos de las comunidades cristianas que se reunían cada semana para compartir la palabra y el pan; es decir, no se celebran grandes acontecimientos sino la cotidianidad de alimentarse con la Palabra y con el Cuerpo de Cristo.

En este sentido, el Evangelio proclamado en cada celebración dominical durante el tiempo ordinario se convierte en el punto de referencia; no porque en otros tiempos no lo sea, sino porque durante todo el tiempo ordinario se hace una lectura continuada de los evangelios sinópticos: Mateo (ciclo A), Marcos (ciclo B), Lucas (ciclo C). El Evangelio de Juan viene representado con el capítulo 6 en el ciclo B. De este modo vamos leyendo las escenas del evangelio por el orden que el evangelista ha dispuesto; y, así, la cotidianidad de Jesús se hace una con la nuestra.

Otra característica muy visible de este tiempo es el color verde de los ornamentos sagrados; aunque no tiene un origen muy definido podría evocarnos la esperanza, la naturaleza, la paz... 

C.     Fiestas que preceden a los domingos del Tiempo Ordinario.

El ritmo de los domingos del tiempo ordinario es importante mantenerlo; sin embargo, a veces hay fiestas que tienen suficiente entidad como para pasar por delante del ritmo dominical. Por ello hay días que cambiamos el color verde de la cotidianidad por el correspondiente de la fiesta que celebremos, que pueden ser de tres tipos:

1º) La solemnidad de Jesucristo Rey del Universo (Cristo Rey). El año litúrgico siempre finaliza con esta celebración en el último domingo del tiempo ordinario (XXXIV).
2º) Solemnidades de la Santísima Trinidad y del Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi). Son los domingo consecutivos a Pentecostés.
3º) Fiestas del Señor o de los Santos que se consideran bastante importantes como para celebrarse en lugar del domingo que corresponda: Presentación del Señor (Candelaria), San Juan, San Pedro y San Pablo, Transfiguración del Señor, Asunción de María, Exaltación de la Santa Cruz, Todos los Santos, Fieles Difuntos, Dedicación de la Basílica de Letrán, el Apóstol Santiago o las fiestas del patrón del pueblo o ciudad.

D.    ¿Un repertorio musical para todo el Año?

Numerosas veces podemos escuchar algún comentario por parte de algún director de coro parroquial que insinúa al adentramos en el tiempo ordinario:
            1) Nos "aburrimos" ante la sucesión de domingos cantando los mismo
            2) Nos "agobiamos" porque cada domingo queremos cantar cosas distintas

Esto puede suceder cuando uno no está familiarizado con el amplio repertorio del que disponemos en español y en latín y. En la actualidad, parece que los cancioneros más utilizados son: El Cantoral Litúrgico Nacional (CEE) y el Cantoral de Misa Dominical (CPL), ambos en lengua española, y el Graduale Romanum y el Graduale Simplex que –aún siendo los más completos– no suelen ser muy utilizados, posiblemente por estar estar en latín.

Ante un repertorio tan amplio y variado debemos realizar una correcta administración del mismo. Estos repertorios suelen estar ordenados por el "orden de aparición": Entrada, Señor ten piedad, Gloria, Aleluya... para luego dejar pequeños grupos de cantos por tiempos litúrgicos, fiestas del Señor, etc. Olvidándose de la división principal que nos propone el cantoral oficial de la Iglesia (Graduale): Ordinario (Kyriale, en el que cada misa se corresponde con un tiempo litúrgico o con fiestas concretas: apóstoles, virgen María, etc.) y Propio (dividiendo los domingo por tiempos litúrgicos y las fiestas y solemnidades cronológicamente). De este modo, nunca se interpretan los mismos cantos en una fiesta y en una misa de diario; dándole a la música un valor mistagógico.

Por otra parte, la lectura continuada de los evangelios en las celebraciones dominicales durante el tiempo ordinario debe notarse también en el canto litúrgico. El canto de comunión, por ejemplo, puede (debe) hacer referencia al contenido del Evangelio; ayudará, sin duda, a fortalecer la unidad entre la liturgia de la Palabra y la liturgia Eucarística; y para ello no puede ayudar conocer las antífonas de comunión propuestas por el Misal Romano para cada misa dominical.

Todo esto no nos debe asustar sino motivarnos a consolidar los criterios necesarios para seleccionar un repertorio apropiado, es más, teniendo criterio litúrgico-musical podremos colaborar para que la comunidad que celebra lo haga con mayor intensidad.




El A-B-C de la musica


¿Cuál es el "A-B-C" de la música? es decir, el "DO-RE-MI" ¿Cómo y cuándo comenzamos a llamar a las notas por su nombre? ¿tiene algo que ver con la liturgia?

Tanto para los saben algo de música, como para los que la desconocen, seguro que les resultan familiares los nombres de las notas musicales: DO, RE, MI, FA, SOL, LA y SI. Pues bien, estos nombres tienen su origen en la liturgia, porque provienen de la primera estrofa del antiguo Himno de Vísperas de la natividad de San Juan Bautista atribuido a Pablo el diácono (720-800) monje benedictino de la Abadía de Montecasino. 

UT QUEANT LAXIS RESONARE FIBRIS MIRA GESTORUM
para que tus siervos con cuerdas amplias puedan hacer resonar
FAMULI TUORUM SOLVE POLLUTI LABII REATUM
lo admirable de tus gestas. Quita del labio impuro la mancha
SANCTE IOHANNES
¡Oh, San Juan!


Obviamente, este monje no se imaginaba ni por asomo la repercusión que tendría su himno en la posteridad. Será otro monje Benedictino, Guido d'Arezzo (990-1050), el que dos siglos después, consciente de la dificultad que tenían los monjes para recordar tantos himnos, antífonas, salmos, cánticos, etc., desarrolló nuevas técnicas de enseñanza y memorización estableciendo lineas paralelas sobre las que escribir diferentes signos que indicasen la altura de cada uno de estos signos y así poder ser interpretados por todos los monjes de un mismo modo; para ello, se sirvió del himno compuesto por Pablo el diácono (Ut queant laxis) porque la nota con la que se inicia cada verso corresponde con la escala de DO a LA.  Por este sencillo método de aprendizaje para sus monjes, se considera a Guido d'Arezzo padre de la notación musical.

Lo cierto es que el SI se reconocerá como tal en el siglo XVI, pero curiosamente también tomándolo del Himno de Vísperas de San Juan Bautista, más en concreto de las iniciales de Sante Ioannes. Será ya en el siglo XVIII, cuando Giovanni Battista Donni cambie UT por DO; sobre esto los historiadores dicen de todo: unos que lo que indicaba era la primera sílaba de DOminus (Señor), otros que sencillamente porque resultaba mas ágil en el estudio porque acaba en vocal y los mas insidiosos porque era la sílaba inicial de su apellido: Donni.

Sea como fuere, así es como hoy conocemos las notas musicales. Pero no podemos obviar - y aqui va la moraleja de todo este asunto - que esto no se daría jamas sin la entrega generosa de estos monjes a una vida de oración, trabajo y sacrificio. Sin duda, la música esta directamente relacionada con el Misterio de Dios. De esto y mucho más intentare escribir en las próximas entradas.


Canto de entrada para Navidad

La Conferencia Episcopal Española publicó hace unos años "Cantos de entrada para los tiempos litúrgicos" ante la dificultad de que en muchas comunidades se cantasen las antífonas propias del Misal para cada día, así como ante la proliferación de cantos "poco litúrgicos". En este caso, el canto que se propone para la procesión de entrada durante el tiempo de Navidad es  HOY LA PAZ BAJÓ DEL CIELO, haciendo uso de lo que se propone en el número 48 de la Ordenación General del Misal Romano:

47. Estando el pueblo reunido, cuando avanza el sacerdote con el diácono y con los ministros, se da comienzo al canto de entrada. La finalidad de este canto es abrir la celebración, promover la unión de quienes se están congregados e introducir su espíritu en el misterio del tiempo litúrgico o de la festividad, así como acompañar la procesión del sacerdote y los ministros.

48. Se canta, o alternándolo entre los cantores y el pueblo o, de igual manera, entre un cantor y el pueblo, o todo por el pueblo, o todo por los cantores. Se puede emplear, o bien la antífona con su salmo como se encuentra en el Graduale Romanum o en el Graduale simplex, o bien otro canto que convenga con la índole de la acción sagrada, del día o del tiempo litúrgico, cuyo texto haya sido aprobado por la Conferencia de los Obispos.

Si no hay canto de entrada, los fieles o algunos de ellos o un lector, leerán la antífona propuesta en el Misal, o si no el mismo sacerdote, quien también puede adaptarla a manera de monición inicial (cfr. n. 31).

Comentario al texto del canto:

Aunque no faltan acentos de ternura en al contemplación del misterio de la Navidad, debemos decir que la liturgia no se acerca a este acontecimiento con el sentimentalismo que invade cierta religiosidad popular. El acercamiento parte de la fe y en esta fe se expresa, tanto la adoración del misterio del Verbo encarnado como la certeza de que la Navidad se proyecta y nos lleva de la mano a la luz y a la realidad del misterio pascual. Navidad es el inicio de la redención salvadora, porque el Verbo ha salvado lo que ha asumido.

El canto de entrada es un mosaico de citas bíblicas que recogen en síntesis el contenido teológico de la Navidad. Se afirma el hoy del misterio; el anuncio de la paz en aquél que es el Príncipe de la paz desde el día de su nacimiento: es la luz que viene de lo alto y comienza a iluminar a los que viven en tinieblas y su resplandor llegará a su máximo esplendor en el día de la Resurrección. Navidad es el gozoso anuncio, el evangelio de una gran alegría que se proclama de monte a monte y de collado en collado. Navidad es cántico nuevo de una nueva humanidad fundada en la paz y en la justicia, en la luz y en la alegría. Navidad es el don de Dios a la humanidad y es el hombre que ofrece a Dios los frutos de este gran don.

Música del canto:

La música de la antífona no pertenece al género "Villancico", sino que es un coral típico con una armonía vertical en función del texto. 

Está introducida solemnemente por el órgano. Musicalmente se resalta el "Hoy" de la liturgia con el que comienzan los dos primeros versos y concluyen con la alegría de la creación entera en una cadencia perfecta: "canta el cielo con los hombres la salvación de nuestro Dios". 

Los ocho versos se pueden interpretar aisladamente, o bien de dos en dos, como en la grabación: la primera con voces femeninas y la segunda con voces graves.

¡Descargar partituras!

La Navidad


Origen y significado

1. La Navidad fue "ignorada" por los cristianos de los tres primeros siglos; ya que lo único que celebraba era la muerte y resurrección de Cristo, el "Misterio pascual", y esto sucedía cada domingo del año, el "Dies Domini" (día del Señor).

2. Este desinterés, curiosamente, surge por el desconocimiento de la fecha exacta del nacimiento de Cristo. Pero muy pronto cayeron en la cuenta que un acontecimiento salvador de primer orden como la Encarnación de Dios bien merecía una conmemoración.

3. La introducción de esta fiesta litúrgica se produjo de manera diversa en Oriente y en Occidente; pero, la hipótesis más extendida, es que –en ambos casos– tuvo origen en unas fiestas paganas en honor del Sol.

4. El primer testimonio de la fiesta del nacimiento de Cristo fijada en el 25 de diciembre se remonta al Calendario llamado filocaliano (año 354).

5. Sin duda, el desarrollo del dogma Cristológico ("Plena manifestación de la divinidad en la humanidad de Jesús - Concilio de Nicea, año 325) ha sido determinante... pero la fijación de la fecha,  según la hipótesis más extendida (aunque en la actualidad puesta en entredicho) es la de la cristianización de una fiesta pagana anterior denominada "Natalis Solis invicti" (solsticio de invierno, cuando los días vuelven a alargarse), y el interés del emperador Constantino por unir el culto solar con el culto cristiano. 

Características y peculiaridades de este tiempo

1. Las Normas Universales sobre el Año Litúrgico aprobadas por el Beato Pablo VI en 1969 describen así la Navidad: "Después de la celebración anual del misterio pascual la Iglesia tiene como lo más venerable el hacer memoria de la Natividad del Señor y de sus primeras manifestaciones: esto es lo que hacemos en el tiempo de Navidad que va desde las primeras vísperas de la Natividad del Señor hasta el domingo después de Epifanía. La Misa de la Vigilia de Navidad se celebra la tarde del día 24 de diciembre, ya sea antes o después de las primeras vísperas. El día de Navidad se pueden celebrar tres Misas: según la antigua tradición romana, es decir, en la noche [misa del gallo], a la aurora y en el día".

Por la importancia del misterio que celebramos en Navidad se incluyen ocho días de fiesta (octava), como en la Pascua, ordenada de este modo:
a) El domingo dentro de la octava, o, si no lo hay, el 30 de diciembre, se celebra la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José.
b) El día 26 de diciembre es la fiesta de San Estaban, el primer mártir.
c) El día 27 de diciembre es la fiesta de San Juan, Apóstol y evangelista.
d) El día 28 de diciembre es la fiesta de los Santos Inocentes.
e) Los días 29, 30 y 31 son días de la octava.
f) El día 1 de enero, octava de Navidad, es la solemnidad de Santa María Madre Dios, en la que se conmemoraba también la imposición del Nombre de Jesús (ahora se ha trasladado al 3 de enero).
El domingo entre el 2 y el 5 de enero es el domingo II después de Navidad.
El domingo después del 6 de enero se celebra la fiesta del Bautismo del Señor y con él finaliza el tiempo litúrgico de Navidad.

2. Durante el tiempo de Navidad, es costumbre, al finalizar la misa, "adorar" al Niño. Esta práctica tradicionalmente se prolonga hasta la Epifanía del Señor (6 de enero).

3. El color litúrgico de la Navidad es el blanco; y se nos invita a celebrar este tiempo con la mayor solemnidad posible: ornamentos apropiados, flores para embellecer el presbiterio, música adecuada.

4. Las costumbres más populares y familiares que rodean la Navidad y la Epifanía (Reyes): belén, árbol de Navidad, villancicos, cabalgatas, regalos... no tienen que banalizar la fiesta, sino hacerla más humana y alegre, en equilibrio con la fe que celebramos.

Repertorio musical en Navidad

1. Al celebrar la liturgia  en la que celebramos el Dios hecho hombre por nosotros debemos cantar –no sólo con villancicos– la Navidad; es decir, debemos utilizar cantos con texto y música apropiados. Dejando algunos villancicos populares fuera de la liturgia por su contenido. 

2. Importancia del "propio":
- El canto de entrada debe introducirnos en el Misterio que celebramos, debería ayudarnos la antífona de entrada que se encuentra en el Misal.
- El Salmo responsorial, como de costumbre, el que corresponde a cada día.
- En la presentación de dones (ofertorio) se puede interpretar música instrumental adecuada al tiempo litúrgico o cantos apropiados a la luz de los textos bíblicos que encontramos en el Graduale Romanum y el Ordo cantus Missae.
- En la comunión podemos hacer uso de un repertorio navideño apropiado, en consonancia con los textos bíblicos de las antífonas de comunión que se encuentran en el Misal.

3. Peculiaridades del "ordinario": después del Adviento se vuelve a entonar el Gloria, que es el gran himno de Navidad. El texto, por supuesto, debe ser el litúrgico.

4. Al finalizar la celebración se puede hacer uso de villancicos apropiados para la adoración del Niño; es decir, que su contenido sea de tipo religioso y nos haga contemplar y aclamar el misterio que celebramos.




Los prefacios de Adviento


Los prefacios de Adviento contienen una gran riqueza teológica, ya que en ellos se pueden observar las peculiaridades más significativas de este tiempo de preparación para la Navidad, ya sea por su carácter escatológico que pone la mirada en la última venida de Cristo al final de los tiempos (prefacios I y III); la importancia de los personajes más significativos (Isaías, Juan Bautista y María): "A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres" (prefacio II); o la preparación inminente de la Navidad cuyo papel protagonista recae sobre la Virgen María (prefacio IV).

 PREFACIO I DE ADVIENTO

LAS DOS VENIDAS DE CRISTO

33. Este prefacio se dice en las misas del tiempo, desde el primer domingo de Adviento hasta el día 16 de diciembre, y en las restantes misas que se celebran durante este mismo tiempo y no tienen prefacio propio.

V/.   El Señor esté con vosotros. R/.
V/.   Levantemos el corazón. R/.
V/.   Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.

EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Quien, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne,
realizó el plan de redención trazado desde antiguo
y nos abrió el camino de la salvación eterna,
para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria,
revelando así la plenitud de su obra,
podamos recibir los bienes prometidos
que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.

Por eso,
con los ángeles y arcángeles,
tronos y dominaciones,
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria: 



PREFACIO II DE ADVIENTO

LA DOBLE EXPECTACIÓN DE CRISTO

34. Este prefacio se dice en las misas del tiempo, desde el 17 al 24 de diciembre, y en las restantes misas que se celebran durante este mismo tiempo y no tienen prefacio propio.

El Ave María en el ofertorio

¡Cuántas opiniones se han vertido sobre la interpretación, o no, del «Ave María» en la presentación de dones o también llamado ofertorio! Pero para dar una respuesta clara a la pregunta: ¿es adecuado cantar el «Ave María» en el ofertorio? quizás sea necesario hacer un poco de historia.



Por todos es conocido que durante el Concilio Vaticano II se llevó a cabo una gran reforma litúrgica; lo que a lo mejor no saben muchas personas es que el proceso de implantación no fue nada fácil. Si la redacción del capítulo VI de la Sacrosanctum Concilium fue compleja (cartas, corrillos, apoyos, argumentos, discusiones…), más compleja fue su materialización, es decir, la publicación de la Instrucción Musicam Sacram. 

Este conflicto se debió, en gran medida, a las diferencias entre dos eclesiásticos: el liturgista italiano Annibale Bugnini e el músico español Higinio Anglés. Inmediatamente después de la aprobación de la Sacrosanctum Concilium se creó el «Consilium ad exsequendam Constitutionem Liturgicam» –Consejo para la aplicación de la Constitución Litúrgica–, del cual fue nombrado secretario el P. Bugnini y, Mons. Anglés, relator de la subcomisión de música sacra, que pronto se hizo notar denunciando en los ambientes romanos que la música estaba siendo poco valorada. 

Ante los constantes ataques, Bugnini llegó a confesar que los músicos fueron la nota discordante de la reforma litúrgica. Incluso denominó el proceso de redacción de la Instrucción Musicam Sacram como la «vía dolorosa», hicieron falta hasta 12 esquemas… y la intervención personal de Pablo VI para concluir el documento. Se inició el esquema con 14 números y llegaron a 71; para zanjarlo, finalmente, en 69. Las reuniones eran interminables, podían permanecer hasta tres horas discutiendo sobre una palabra. Anglés insistía mucho en la importancia de conservar el tesoro musical de la Iglesia y Bugnini insistía en que los músicos habían emprendido un ataque contra toda la reforma litúrgica de la Iglesia. Se convirtió en un constante enfrentamiento en el que tuvo que intervenir el Papa Pablo VI corrigiendo el documento de su puño y letra.

Fueron muchas las disputas y polémicas: la lengua, la participación, las Scholae cantorum, el órgano, la selección de texto, etc. Pero una de las cuestiones polémicas quedó sin solucionar hasta el día de hoy, y eso que han pasado más de 50 años. Tiene que ver con las discusiones por la nueva edición de libros de canto gregoriano. El equipo que trabajó el nuevo Misal, el de Bugnini, suprimió las antífonas de ofertorio argumentando que no tendría el mismo peso teológico como hasta ese momento, sino que se convertiría en un momento litúrgico mucho más breve entre la liturgia de la Palabra y la liturgia Eucarística. De este modo, en el Misal solo permanecen las antífonas de entrada y comunión para ser recitadas y, en el mejor de los casos, para inspirar la creación de cantos adaptados en lengua vulgar. Pero ¿y en el ofertorio? ¿Qué se debía cantar ahora que se habían suprimido las antífonas propias para ese momento? Esto provocó inicialmente un vacío importante con respecto al canto del ofertorio; sin embargo, Mons. Anglés insistió en la importancia de conservar estos textos litúrgicos en los libros de canto porque formaban parte de la Tradición de la Iglesia, por esa razón, los monjes de Solesmes, comunidad encargada de estas nuevas ediciones de libros de canto gregoriano, siguiendo este criterio, incluyeron las antífonas en el Graduale Romanum e incluso en el polémico (y poco conocido) Graduale Simplex. Pero… ¿quién acude (o conoce) hoy a estos libros? Este es solo un ejemplo de las tensiones y diversidad de criterios.

Consecuencia de esta polémica nace la «ambigüedad musical» de la presentación de dones u ofertorio. ¿Qué cantar si han suprimido el texto de la antífona de ofertorio del Misal? La solución más común y que se escucha habitualmente en muchas parroquias es la glosa de las palabras del sacerdote: «Bendito seas, Señor, por este pan y este vino... » o textos similares: «Te presentamos, Señor... ». Sin embargo, esto carece de sentido, porque son las palabras que debe pronunciar el sacerdote (si lo cree oportuno, porque puede omitirlas según la rúbrica del Misal). Además, en dos mil años de historia, la antífona de ofertorio jamás hizo alusión a esto, sino que se utilizaban –como en las antífonas de entrada y comunión– textos bíblicos acordes al misterio o tiempo litúrgico que se celebra. 

Dicho esto, y consultado el Graduale Romanum y el Ordo Cantus Missae, podemos afirmar que la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el domingo IV de Adviento (por el papel protagonista la Virgen María en la celebración) y las misas votivas de la Virgen tienen como antífona propia de ofertorio el Ave María.




Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...